Por: José Luis Alejos Balderas
La vocación al sacerdocio es…??? y me vuelvo a morder los labios por soportar esta angustia por tratar de saber qué es esto: una leyenda urbana, un laberinto, un contacto divino o una misión en la vida que se hace a morir y a rabiar.
O tal vez... a veces molestan sus palabras, sus miradas y esto no resulta fácil, nada fácil, pero esta vez tendré que gritarle al mundo que posiblemente sea un misterio de amor, un llamado de Dios y se vuelve la decisión de un joven que quiere dedicar su vida a ayudar y se pregunta ¿Dónde estás hermano?
Y luego aparece su rostro en mí, que nace del corazón de Cristo que un día rezando junto a él pude entender muchas cosas como lo dijo alguna vez el Beato Guido María Conforti: “Yo lo miraba y él me miraba a mí… y pareciera que me dijera tantas cosas”, y entonces todo se aclara, aunque aún quedan dudas pero entonces llega el descanso del alma porque lo has escuchado decir: “sígueme” y uno se vuelve el cazador de sueños porque a cambio de él podría cambiar mi filosofía por verlo sonreír. Pero que no haría yo por verme reflejado en él aún con tropiezos, y recordando que esto lleva un proceso…
En la vocación consagrada no hay fracaso posible si tú no quieres. Dios lo único que espera de ti es tu libre decisión de amarle y de aceptar su voluntad sobre ti. Por eso, mientras tú estés dispuesto y digas: «Señor, ¿qué quieres que haga?», no te puedes equivocar. Otra cosa será el camino por el que el Señor te quiera llevar que, a veces, es muy misterioso.
Gracias a mi familia, amigos y formadores por ayudarme a descubrir que la eternidad existe…
O tal vez... a veces molestan sus palabras, sus miradas y esto no resulta fácil, nada fácil, pero esta vez tendré que gritarle al mundo que posiblemente sea un misterio de amor, un llamado de Dios y se vuelve la decisión de un joven que quiere dedicar su vida a ayudar y se pregunta ¿Dónde estás hermano?
Y luego aparece su rostro en mí, que nace del corazón de Cristo que un día rezando junto a él pude entender muchas cosas como lo dijo alguna vez el Beato Guido María Conforti: “Yo lo miraba y él me miraba a mí… y pareciera que me dijera tantas cosas”, y entonces todo se aclara, aunque aún quedan dudas pero entonces llega el descanso del alma porque lo has escuchado decir: “sígueme” y uno se vuelve el cazador de sueños porque a cambio de él podría cambiar mi filosofía por verlo sonreír. Pero que no haría yo por verme reflejado en él aún con tropiezos, y recordando que esto lleva un proceso…
En la vocación consagrada no hay fracaso posible si tú no quieres. Dios lo único que espera de ti es tu libre decisión de amarle y de aceptar su voluntad sobre ti. Por eso, mientras tú estés dispuesto y digas: «Señor, ¿qué quieres que haga?», no te puedes equivocar. Otra cosa será el camino por el que el Señor te quiera llevar que, a veces, es muy misterioso.
Gracias a mi familia, amigos y formadores por ayudarme a descubrir que la eternidad existe…
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